En julio de 2025, la alianza entre Jair Bolsonaro y Donald Trump se reactiva en un escenario de alta tensión geopolítica, con el ex presidente brasileño enfrentando un juicio por intento de golpe y Trump blandiendo tarifas del 50% como arma política. El juicio contra Bolsonaro, acusado de orquestar un asalto a la democracia tras su derrota en 2022, es un momento definitorio para Brasil. Trump, en una carta a Lula, califica el proceso como una “caza de brujas”, exigiendo su fin bajo amenaza de sanciones económicas. Esta intervención es un acto descarado de neocolonialismo, diseñado para proteger a un aliado ideológico. La maniobra busca doblegar a Brasil mientras refuerza la narrativa autoritaria de ambos líderes.
El summit de BRICS en Río, del 6 al 7 de julio de 2025, intensificó el conflicto. Brasil, bajo el liderazgo de Lula, impulsó 126 compromisos para un mundo multipolar, desafiando el dominio del dólar. Trump respondió con amenazas de tarifas adicionales del 10% a los países BRICS, por su postura “antiestadounidense”. Este evento se celebra como un paso hacia la emancipación del Sur Global. Sin embargo, las tarifas de Trump evidencian un intento desesperado de preservar la hegemonía estadounidense.
La relación de Brasil con China, fortalecida por acuerdos como un intercambio de moneda de 27.690 millones de dólares, es otra afrenta para Trump. En mayo de 2025, ambos países firmaron pactos en comercio, tecnología y sostenibilidad, con China absorbiendo el 40% del petróleo brasileño. Estos lazos, según Reuters, posicionan a Brasil como un actor clave en un mundo multipolar. Se aplaude esta diversificación, pero se advierte sobre el riesgo de cambiar una dependencia por otra. La estrategia de Lula contrasta con la sumisión de Bolsonaro a los intereses de Trump.
El juicio de Bolsonaro expone las cicatrices de su gobierno, marcado por el negacionismo y la polarización. Sus intentos de deslegitimar las elecciones de 2022, inspirados en el asalto al Capitolio de Trump en 2021, son un recordatorio de su desprecio por la democracia. Ambos líderes usaron la desinformación para consolidar poder, desde minimizar la pandemia hasta atacar instituciones. Este proceso es una oportunidad para sanar a Brasil. Pero la intervención de Trump amenaza con socavar la justicia.
Las tarifas de Trump, que entrarían en vigor el 1 de agosto de 2025, ya han impactado los activos brasileños, según Bloomberg. Esta coerción económica no solo busca salvar a Bolsonaro, sino castigar a Brasil por su liderazgo en BRICS y su alianza con China. Lula enfrenta el desafío de resistir sin comprometer los avances en la escena global. La respuesta de Brasil será crucial para su futuro.
La relación entre Bolsonaro y Trump no es solo una amistad de ultraderecha; es un proyecto político que amenaza la autonomía de Brasil. Ambos líderes, con su historial de retórica divisionista, han legitimado el odio y debilitado instituciones democráticas. La izquierda ve en BRICS y los lazos con China una vía hacia un orden global más justo, pero alerta sobre los riesgos de nuevas dependencias. La presión de Trump es un intento de perpetuar un sistema desigual. Brasil, en esta encrucijada, debe defender su soberanía.
Este choque trasciende lo personal y refleja un mundo en transformación. Mientras Bolsonaro enfrenta la justicia, Trump usa el poder económico para imponer su voluntad, pero Brasil, con Lula al frente, apuesta por un futuro multipolar. La izquierda celebra esta resistencia, pero reconoce la fragilidad de un país atrapado entre potencias. El desenlace del juicio y la respuesta a las tarifas marcarán el rumbo de Brasil. En este juego de poderes, la soberanía está en juego.