La reelección de Rosario Piedra no sólo garantiza 5 años más de ignominia en la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), sino que revela una fractura interna en MORENA y enfrenta algunas facciones del partido con la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, en la disputa por el poder.
Sheinbaum se ha manifestado en contra del renombramiento de funcionarios y presentará una reforma contra reelección y nepotismo en cargos populares en 2025. De acuerdo a algunas columnas políticas, habría respaldado la candidatura de la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDHCM), Nashieli Ramírez. Sin embargo, aceptó la reelección de Piedra, pese a que una mayoría de organizaciones de derechos humanos estaban en contra y, para colmo, era la peor evaluada de la terna.
La exclusión de Ramírez, una aspirante considerada genuinamente comprometida por especialistas, parece una derrota de la presidenta en el inicio de su gobierno. Lejos de mostrar un golpe de poder como la cancelación del NAIM que en su momento le dio a AMLO un espacio de legitimidad frente al pueblo, la Presidenta aceptó la imposición de una comparsa del ejército.
Sheinbaum podría haber sido convencida (¿desde el teléfono rojo de Palenque?) de no abrir un frente de crítica en un horizonte de alta criminalidad. La nueva estrategia contra la delincuencia parece será más determinante que el sexenio pasado.
La reelección de una pésima ombudsman revela una batalla pérdida contra una de las caras más oscuras de Morena, Adán Augusto López, como representante de su paisano retirado. Ante la oportunidad de mostrar un rostro distinto y reivindicar la lucha derechohumanista, la Presidenta optó por acatar “estratégicamente” la recomendación, quizá pensándolo como un mal menor en medio de la crisis de violencia en gran parte del territorio.