En 1985, el entonces magnate inmobiliario Donald Trump adquirió Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida, por menos de la mitad de su precio debido a que amenazó a sus propietarios.
La mansión estilo mediterráneo fue construida en 1924 por la mujer más rica de Estados Unidos, Marjorie Merriweather Post, dueña de la marca de cereales Post; Trump quizo comprarla a 15 MDD, pero los herederos pidieron 20.
Entonces, Trump compró al empresario Jack Massey, dueño de KFC, un terreno entre Mar-a-Lago y el mar, amenazando con erigir una torre de departamentos que le estorbaría la vista.
Gracias a esta amenaza, Trump logró bajar hasta 7 MDD el precio de la mansión, semi estafando a la familia Post.
Trump agregó campos de golf, canchas de tenis, piscinas y otras amenidades de lujo para atraer a los ricos y famosos.
Además de su valor inmobiliario, Mar-a-Lago también se convirtió en un símbolo de estatus y poder para Trump. La propiedad sirvió como telón de fondo perfecto para eventos sociales de alto perfil y reuniones de negocios. Incluso después de convertirse en presidente de los Estados Unidos, Trump siguió utilizando Mar-a-Lago como su “Casa Blanca de invierno” y lugar de retiro frecuente.
Entre los invitados más controversiales de Trump a Mar-a-Lago está el pedófilo y traficante de menores Jeffrey Epstein, quien visitó a Trump 13 veces alrededor de los años 90 hasta los 2000; incluso, Epstein estuvo en la mansión de Trump en compañía de alguna menor que después testificaría en su contra.