Una propuesta de reforma fiscal en discusión en el Congreso de Estados Unidos que contempla un gravamen del 5% a las remesas enviadas por personas que no puedan acreditar la ciudadanía estadounidense ha generado preocupación en México. Esta iniciativa, que ha recibido el rechazo tanto del gobierno mexicano como de diversos actores políticos, plantea dos efectos principales sobre la economía de México: uno macroeconómico y otro distributivo.
Aunque en una votación inicial el comité de presupuesto de la Cámara de Representantes rechazó la propuesta, de acuerdo con el economista Gerardo Esquivel, dados los efectos que tendría esa medida en México el Senado mexicano ha emitido un comunicado señalando la medida como un impuesto injusto y arbitrario.
El efecto macroeconómico a nivel nacional es considerado “relativamente acotado”. México recibió cerca de 65 mil millones de dólares en remesas en 2024, la mayoría procedentes de Estados Unidos. Aunque esto convierte a México en el segundo país receptor de remesas a nivel mundial, solo por detrás de India, este monto representa únicamente el 3.5% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Comparado con otras naciones, México ocupa el lugar número 69 a nivel mundial en cuanto a remesas como porcentaje del PIB, lo que sugiere que, para la economía nacional en su conjunto, el impacto directo no sería masivo.
Si bien una eventual reducción de las remesas podría ejercer presión sobre el tipo de cambio, este efecto también sería limitado, dado que el volumen de remesas es relativamente bajo en comparación con los flujos diarios de divisas en el mercado cambiario.
No obstante, el efecto distributivo tendría consecuencias significativas en diversas entidades del país donde las remesas son vitales. Una nota reciente del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (Cemla), muestra que las remesas constituyen un porcentaje relevante del PIB en al menos cinco estados: Chiapas (14.3%), Guerrero (13.6%), Michoacán (11.2%), Zacatecas (10.6%) y Oaxaca (9.8%).
Estos estados, que se encuentran entre los más pobres del país, serían los más afectados, pues el impuesto tendría un “efecto muy regresivo”, golpeando directamente a la población de estas regiones, en donde las remesas podrían estar financiando hasta el 44% del consumo de los hogares que las reciben. Por lo tanto, el impuesto mermaría directamente los ingresos disponibles de estas familias, afectando su capacidad de consumo y bienestar.
En síntesis, mientras el impacto macroeconómico general en México parece manejable, el efecto del impuesto a las remesas sería profundamente regresivo y perjudicial para los hogares y estados más dependientes de estos flujos, ubicados principalmente en el sur y centro del país.
Lo anterior constituye una más de las numerosas amenazas de Trump al Estado mexicano y obligará a la Presidenta Sheinbaum a dar una respuesta formal.