La escalada de conflicto entre Israel e Irán capturó el debate del G7 en Canadá y obligó a Trump a abandonar la reunión el primer día, dejando plantados a todos con quienes tenía reuniones bilaterales, entre ellos la Presidenta Claudia Sheinbaum, quien voló a Canadá solo por esta cita.
La misma noche que abandonó Canadá publicó una amenaza de ataque nuclear a Irán, provocó una evacuación masiva y a las pocas horas pidió una rendición incondicional, lo que habla de una genuina preocupación que puede llevar a una toma de decisiones graves.
El mensaje parece claro, la potencia mundial tiene otras prioridades y otros socios con quien discutirlas. Pero ¿cuáles son las potenciales consecuencias para México?, país que hasta hace unos días, parecía ocupar toda su atención por “el peligro” que representa la comunidad migrante para los Estados Unidos y la urgencia de realizar redadas y deportaciones masivas.
La amenaza de una tercera guerra mundial podría ocultar por un periodo el debate migratorio y concentrar las fuerzas y discurso político del Presidente norteamericano en los problemas de Medio Oriente, pues la decisión que tome sobre bombardear Irán va a definir el futuro de su gobierno y de los Estados Unidos.
Aunque parezca increíble, la retórica antimigrante podría pasar a segundo plano en los próximos días y la política de seguridad se enfocará en los riesgos de un ataque externo contra civiles en los Estados Unidos. El Gobierno norteamericano sabe que lo que decida el Presidente va a repercutir sobre la estabilidad y seguridad nacional de los próximos años y que en esta nueva guerra le conviene tener como aliado a un vecino que comparte 3 mil kilómetros de frontera.
La Presidenta Sheinbaum deberá ser estratégica para mantenerse en ese equilibrio, mostrar la oportunidad que tiene una alianza estratégica con México en medio de un conflicto internacional y sacar provecho de una sociedad que más que déficit comercial puede generar un superávit de seguridad.