Tregua temporal, el acuerdo de Corea y sus efectos geopolíticos
La reciente cumbre entre el Donald Trump y Xi Jinping, en Corea del Sur, ha sido calificada por el propio Trump como “increíble”, marcando una tregua palpable pero frágil en la tensa relación bilateral. La reunión se centró en desactivar la escalada de la guerra comercial y abordar temas de seguridad críticos, generando un respiro inmediato para los mercados globales, aunque los especialistas en política exterior y economía expresan un cauteloso escepticismo sobre la longevidad de los acuerdos.
Acuerdos Clave: Una Desescalada Táctica
Los principales acuerdos alcanzados representan una desescalada estratégica, buscando aliviar los puntos más calientes de la fricción económica:
Reducción Arancelaria y Tregua Comercial: Estados Unidos acordó reducir los aranceles sobre las importaciones chinas (por ejemplo, del 57% al 47% en general, y del 20% al 10% específicamente en productos relacionados con el fentanilo), mientras que China se comprometió a realizar ajustes arancelarios mutuos y a suspender por un año las nuevas tasas portuarias y los controles a la exportación de minerales de tierras raras.
Comercio Agrícola y Fentanilo: China accedió a reanudar la compra de “cantidades masivas” de soja y otros productos agrícolas estadounidenses. En materia de seguridad, Xi Jinping se comprometió a reforzar los controles sobre el flujo de precursores químicos de fentanilo hacia EE. UU.
Cooperación en Ucrania: Ambos líderes acordaron “trabajar juntos” en el tema de la guerra en Ucrania, aunque no se revelaron detalles concretos sobre el mecanismo de construcción de paz.
Se trata más de una “tregua temporal” que un acuerdo estructural de largo plazo.
Consecuencias Geopolíticas y Opinión Especializada
El encuentro fue un éxito táctico para China, que logra evitar una mayor desestabilización económica y gana tiempo para fortalecer sus propias alternativas tecnológicas e industriales. Para Trump, se refuerza su imagen de “negociador duro” que logra concesiones, aunque muchos dudan de la profundidad de los beneficios estructurales obtenidos.
- Estabilidad Global vs. Fricciones Subyacentes: Si bien la tregua arancelaria ha inyectado un optimismo fugaz en el comercio global, la competencia estratégica entre EE. UU. y China, la mayor amenaza geopolítica según los especialistas, persiste inalterada. Los temas sensibles como Taiwán, el control sobre la tecnología de punta (particularmente semiconductores y chips de IA), y la propiedad intelectual quedaron sin resolver o fuera de la agenda pública. La omisión de Taiwán refleja la línea roja que ninguno de los líderes quiso cruzar, aunque la presión militar china sobre la isla sigue siendo una fuente de inestabilidad regional.
- El “Arma” de las Tierras Raras: La suspensión de las restricciones a la exportación de tierras raras—minerales estratégicos para la industria tecnológica y de defensa—es la concesión más significativa de China, alivianando la preocupación de las cadenas de suministro globales. Este punto demuestra la vulnerabilidad de la dependencia occidental y el potencial de China para utilizar su dominio en estos materiales como palanca geopolítica.
- La Imprevisibilidad de Trump: La principal preocupación de los aliados asiáticos de EE. UU. y de la comunidad internacional es la imprevisibilidad del estilo negociador de Trump. Los acuerdos, presentados de manera unilateral por el presidente, carecen de una declaración conjunta detallada, lo que alimenta la incertidumbre sobre su aplicación y durabilidad, especialmente en un contexto de cambio político estadounidense.
En conclusión, la cumbre ha sido un ejercicio de diplomacia pragmática para desviar la confrontación a corto plazo, permitiendo a ambas potencias tomar un respiro en la guerra comercial. No obstante, las tensiones subyacentes que definen la rivalidad sino-estadounidense no solo persisten, sino que se enmascaran, manteniendo el equilibrio geopolítico mundial en un estado de tensa distensión.

