El carpetazo que la administración trumpista ha dado al caso Epstein traiciona al movimiento MAGA y protege al presidente de los Estados Unidos, ante su posible participación en una red de pedofilia orquestada por la Mossad, la agencia de espionaje de Israel.
Donald Trump y Jeffrey Epstein mantuvieron una relación cercana en los años 90 y 2000, frecuentando eventos en Mar-a-Lago y Manhattan. En 2002, Trump lo describió como un “tipo fantástico” con gusto por mujeres “más jóvenes” (New York Magazine). Videos de 1992 los muestran riendo juntos en Palm Beach, pero Trump asegura que su amistad terminó en 2004 por una disputa inmobiliaria.
Sospechas vinculan a Epstein con el Mossad, la inteligencia israelí, a través de su mentor, Robert Maxwell, padre de Ghislaine Maxwell. Maxwell, magnate mediático y agente del Mossad, promovió el proyecto sionista canalizando fondos y redes de influencia para Israel hasta su muerte en 1991. Epstein pudo haber heredado estas conexiones, usando su red para recopilar información comprometedora de Trump y otros políticos estadounidenses, como Bill Clinton.
Registros confirman que Trump viajó siete veces en el “Lolita Express”, el jet de Epstein ligado a su red de tráfico sexual. Víctimas como Virginia Giuffre mencionan a Trump en eventos de Epstein, sin pruebas directas de su participación ilícita. Esta ambigüedad alimenta especulaciones sobre su involucramiento.
La administración de Trump ha minimizado estos vínculos, con aliados mediáticos desviando la atención. En 2019, el fiscal general William Barr supervisó una investigación sobre Epstein que evitó escudriñar a figuras poderosas. Esto sugiere un esfuerzo por proteger a élites influyentes.
Documentos judiciales desclasificados en 2023 mencionan a Trump en contextos relacionados con Epstein, sin cargos formales. Medios afines, como Fox News, ignoran el tema, priorizando narrativas polarizantes. Esta omisión refuerza la percepción de un encubrimiento deliberado.
El descontento crece entre los seguidores MAGA, frustrados por las contradicciones entre el discurso antiélites de Trump y su historial con Epstein, así como el apoyo ciego de la presente administración a los intereses de Israel. Algunos acusan a Trump de traicionar su promesa de “drenar el pantano”.
La renuencia de Trump a hablar públicamente de Epstein sugiere que el poder de las élites bloquea investigaciones profundas. La falta de justicia mantiene la sospecha sobre Trump, mientras el descontento de MAGA cuestiona su liderazgo.