Las tarifas impuestas por Estados Unidos a México históricamente han impactado en el tipo de cambio entre ambos países.

Durante la administración de Ronald Reagan en la década de 1980, se impusieron aranceles a las importaciones de diversos productos mexicanos, lo que provocó una depreciación del peso frente al dólar.
Esta situación se agravó aún más durante el mandato de George Bush padre, cuando se intensificaron las disputas comerciales.
En contraste, la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) durante la presidencia de Bill Clinton en la década de 1990 trajo consigo estabilidad cambiaria.
Esta tendencia se revirtió parcialmente durante las administraciones de Bush hijo y Barack Obama, cuando se implementaron nuevas medidas proteccionistas que afectaron el comercio.
La segunda administración de Donald Trump ha impuesto aranceles adicionales a productos clave de exportación mexicana, como el acero y el aluminio.
Esto ha generado una mayor volatilidad en el tipo de cambio y una depreciación del peso.
Opinólogos de la derecha, opositores a Sheinbaum y demás agoreros del desastre, pronostican que seguirá devaluándose.
Mientras que algunos períodos han sido más estables, otros han experimentado mayor volatilidad y depreciación de la moneda mexicana. Sin embargo, nunca antes de había volcado una retórica tan agresiva para justificar aranceles tan altos.
