La alianza militar de Israel con Estados Unidos es resultado de la poderosa influencia del lobby sionista en el gobierno gringo, y en papel del primero como apoderado del segundo ante los países árabes.
En su libro “The Israel Lobby and U.S. Foreign Policy” (2007), John Mearsheimer sostiene que el lobby pro-Israel, compuesto por judíos sionistas ricos, ha ejercido presión sobre Washington para alinear sus políticas, a menudo en detrimento de los intereses nacionales.
Noam Chomsky ha criticado esta relación, y acusado sus intereses corporativos y de la industria militar. Israel no sólo es un aliado cercano, sino que actúa como un “apoderado” de Estados Unidos en Oriente Medio. Israel asegura el control de EU sobre el petróleo y su influencia en el mundo árabe.
El lobby sionista ha sido exitoso en moldear también la narrativa pública y de los medios. No así de las redes sociales, ni de la comunidad internacional.
Mearsheimer y Chomsky señalan que esta alianza ha llevado a Estados Unidos a involucrarse en conflictos en Medio Oriente, a menudo en contra de sus propios intereses estratégicos, y ha dificultado la resolución del conflicto palestino-israelí debido a la postura parcializada de Washington.
