Los asesinatos de Valeria Márquez (13 de mayo de 2025, Zapopan), Vielka Pulido (abril de 2024, Puebla), La Barbie Regia (octubre de 2024, Monterrey) y Fedra Gaxiola (diciembre de 2024, Tijuana) revelan un patrón de violencia contra influencers que encarnan la estética “buchona”, caracterizada por glamour, riqueza ostentosa y vínculos con la cultura narco.
Estos crímenes, ocurridos en 14 meses en regiones dominadas por cárteles, revelan una escalada de ataques contra mujeres visibles en redes sociales. La investigación de los casos de Márquez y Gaxiola como feminicidios resalta el componente de género, mientras que las muertes de Pulido y La Barbie Regia reflejan la vulnerabilidad de quienes están cerca de redes criminales.
Este patrón combina la crisis de feminicidios en México—con más de 3,000 mujeres asesinadas al año—con la creciente influencia de las redes sociales, que amplifican tanto el poder como el riesgo de estas mujeres.
La visibilidad de estas influencers en plataformas como TikTok e Instagram, donde acumulaban miles de seguidores (por ejemplo, 200,000 de Márquez, 222,000 de Gaxiola), es un factor de riesgo clave y controversial.
La estética buchona, que proyecta riqueza y estatus, las posiciona como símbolos de éxito, pero también como blancos de envidia, extorsión o venganza dentro de círculos narco o personales. El asesinato de Márquez, transmitido en vivo, es particularmente impactante, ya que su preocupación expresada en tiempo real (“A lo mejor me iban a matar”) y la interrupción de la transmisión por una tercera persona (posiblemente una “amiga” que nombran Vivian de la Torre) generaron especulaciones virales que complican la investigación.
Las ‘buchonas’ ocupan un espacio controvertido en la cultura narco, que glorifica la riqueza y la violencia, pero castiga a las mujeres que buscan autonomía. Estas influencers, al monetizar su imagen y construir marcas personales, desafían los roles de género patriarcales que las relegan a ser accesorios de hombres narco, lo que puede provocar violencia como forma de reafirmar el control masculino.
Culturalmente, son estigmatizadas como cómplices del crimen, lo que justifica su victimización en el imaginario social y dificulta la empatía pública. Este estigma es especialmente polémico en el contexto de la desigualdad económica de México, donde su riqueza contrasta con la pobreza generalizada, alimentando narrativas que las culpan por su destino. La tensión entre su empoderamiento y su vulnerabilidad resalta una contradicción profunda en la modernidad mexicana.
El contexto político es igualmente impactante y controversial, ya que la impunidad en México—con más del 95% de los homicidios sin resolver—prácticamente garantiza que estos asesinatos queden sin castigo. La influencia de cárteles como el #CJNG en Jalisco, donde ocurrió el asesinato de Márquez, y la presunta corrupción ligada a figuras como el exnovio de Gaxiola, Héctor Manuel Villegas, ex director de la policía de Tijuana, evidencian la colusión entre crimen y autoridades.

