El mensaje de Mark Zuckerberg cambiando las restricciones de Meta para la publicación de noticias y eliminando los “factcheckers”, que actuaban como censores para pasar a un modelo de control comunitario como el de X, revela más que un cambio de restricciones en las plataformas, supone una alineación con su competencia directa X y con el gobierno entrante de Donald Trump.
Una alineación que obedece a la configuración de un nuevo orden mundial centrado en el proteccionismo norteamericano y la defensa de intereses billonarios para mantener su influencia en las masas occidentales.
Las intenciones de apropiarse de Groenlandia, del Canal de Panamá y anexionar a Canadá como estado 51 más que ocurrencias delirantes del millonario excéntrico de la televisión parecen ser parte de una estrategia de control territorial del comercio global para reducir espacio a China, algo que hoy parece imposible dada la imbricación de las cadenas de producción tecnológica, pero que parece ser foco de preocupación y horizonte del próximo gobierno.
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Los multimillonarios Musk, Bezos, Zuckerberg y otros del mismo calibre están tomando sus posiciones para la batalla que viene, pues no quieren perder su poder hegemónico global frente al gigante de oriente o la idea de que un Estado potente es benéfico para la sociedad en su conjunto, sino que van a proteger la lógica de que los intereses particulares sigan por encima de cualquier intento estatal de control. Ahí las plataformas van a ser el primer campo de batalla.
En pocas semanas Facebook e Instagram estarán promoviendo la agenda política de Trump y en el caso de México veremos un fortalecimiento de la narrativa antimigrante, de tráfico de drogas descontrolado, de pérdida de capacidades del gobierno y otras postverdades que empezarán a saturar las páginas de fotos de comida, viajes y amigos que eran.
Estamos frente a una la amenaza de radicalizar la postverdad y el engaño masivo a través de redes sociales y medios digitales, lo que no solo pone en riesgo las bases democráticas sino que puede provocar un pánico global para favorecer intereses particulares. Y estamos a minutos de que esa estrategia explote en internet.
No sabemos si habrá una reacción global dando una respuesta alternativa, pero parece difícil que nos organicemos tan rápido y los líderes globales no alineados deberán plantear una respuesta unificada si quisieran entrar en la batalla.