Donald Trump, una figura polarizadora en los negocios y la política estadounidenses, ha protagonizado aproximadamente 4 mil disputas legales a lo largo de su carrera.
Hizo historia como el primer presidente de los Estados Unidos sin ninguna experiencia previa militar o gubernamental.
Es la figura de culto de un movimiento populista con adeptos en todo el espectro social y racial, unidos por un discurso cristiano, antiinmigrante y ultranacionalista.
El principal donante de su campaña fue el billonario Timothy Mellon, conocido por financiar leyes antiinmigrantes y contribuir a la construcción del muro fronterizo.
Para Trump, el “enemigo desde dentro” (políticos demócratas y ex colaboradores) representan una amenaza mayor que los inmigrantes o países adversarios, y ameritan represalia militar.
Elon Musk, quien contribuyó con 100 millones a la campaña, podría convertirse en Director de Eficiencia Gubernamental, a pesar de ser contratista militar y presentar conflicto de interés.
El multimillonario Peter Thiel, cofundador de PayPal y el primer inversor externo en Facebook, respalda a su protegido, el senador católico JD Vance, que ha sido elegido vicepresidente.
Thiel, junto con Elon Musk y Vance, han expresado públicamente simpatía por la abolición de la burocracia federal en favor de un modelo de gobierno autocrático.
Detrás de su retórica, Trump se alinea con los mismos intereses que Kamala: la protección de los ricos y la defensa de la oligarquía.
Críticos advierten que Trump podría exacerbar la compleja y multifacética crisis de Estados Unidos, profundizando las divisiones de un imperio en su fase crepuscular.
Entre las propuestas de Trump más populares está la deportación masiva de inmigrantes indocumentados y una imposición arancelaria del 25% a las importaciones de México.
Según informes, Trump pidió a Putin de Rusia no escalar la guerra en Ucrania. Sobre el genocidio palestino en Gaza, instó públicamente a Netanhayu de Israel a “terminar rápido”.