Recientemente Acción Nacional anunció el relanzamiento del partido, señalando cambios en su política de alianzas y apertura a la sociedad, sin embargo este cambio sonó hueco, despertando críticas y escepticismo en las redes sociales.
El escepticismo se centra en la aparente incapacidad de la dirigencia para emprender una autocrítica estructural genuina y realizar la necesaria rotación de cuadros, lo que sugiere que las reformas son superficiales y están destinadas a perpetuar el control de las élites internas
Uno de los pilares del relanzamiento fue el anuncio oficial de romper la alianza con el PRI, una decisión impulsada por el actual líder, Jorge Romero. En su discurso, Romero fue categórico: el futuro del PAN “no depende, ni dependerá de ninguna alianza partidista, ni pasada ni presente ni futura,” apostando todo a la fuerza interna del partido.
Una ruptura superficial pues la élite que se benefició de las alianzas perdedoras es la misma que ahora dirige la “refundación” (la camarilla de Romero). El partido intenta resolver un problema de percepción externa (el desgaste del PRI) sin purgar sus propios vicios internos que llevaron al fracaso electoral.
En el plano ideológico, el PAN reafirmó un retorno a sus principios fundacionales y una consolidación de su identidad de derecha, bajo el eslogan “patria, familia y libertad”. Romero enfatizó que la nueva oferta política y narrativa se basará en la “fidelidad total a nuestra doctrina” y el legado de sus fundadores.
La dirigencia anunció también una “apertura total” para la afiliación de cualquier ciudadano y un nuevo esquema para la elección de candidaturas. Jorge Romero prometió que “se acabaron las designaciones como criterio único”.
Los nuevos mecanismos incluyen elecciones primarias abiertas a la ciudadanía, encuestas y el voto de los militantes, buscando procesos más transparentes y que tomen en cuenta la opinión de la gente. Sin embargo, la mera modificación de estatutos es insuficiente si los filtros de poder fáctico dentro de la dirigencia no se remueven.
Los cambios anunciados —el rediseño del logotipo, la cancelación de la estrategia de alianzas con el PRI y la redefinición de banderas— no logran mejorar la “competitividad de cara a las urnas”. El PAN, al optar por una reivindicación del pasado calderonista y un retorno a la ideología dura de “Patria, Familia y Libertad” , eligió un posicionamiento de refugio ideológico sobre uno de expansión electoral.
Si el partido no logra realizar la autocrítica “sincera” sobre las causas de sus derrotas y continúa manteniendo en la dirigencia a figuras que encarnan sus “vicios” , el relanzamiento será recordado no como una refundación auténtica, sino como el momento en que el PAN priorizó la supervivencia de su camarilla interna sobre la necesidad de reconectarse con la sociedad y construir una alternativa creíble para 2027.

