La inclusión de Robert Kennedy en el régimen protofascista de Donald Trump nos recuerda la obsesión inquietante de la derecha política por la “cultura del bienestar” y el culto al cuerpo perfecto.
En un intento por promover una imagen de fuerza y virilidad, muchos líderes de derecha han abrazado un enfoque casi fanático en el fitness y el “biohacking”, desde Bukele hasta Erdogan.
En México, la élite masculina está obsesionada con el podcast del ‘wellness bro’ Andrew Huberman.
Según la Dra. Samantha Richards, socióloga en la Universidad de California, “Esta obsesión con la perfección física es un reflejo de las ansiedades subyacentes sobre la masculinidad y el declive percibido del poder blanco. Al promover cuerpos musculosos y ‘optimizados’, están tratando de proyectar una imagen de dominio y superioridad.”
El experto en cultura pop, Mark Thompson, agrega: “Es casi una parodia de la masculinidad tóxica. Ven el fitness no solo como una forma de mantenerse saludable, sino como una especie de armadura contra las amenazas percibidas a su estatus de poder.”
Esta tendencia no se limita a Estados Unidos. Líderes de derecha en todo el mundo han adoptado un culto similar al cuerpo. Desde los videos de entrenamiento de Vladimir Putin hasta las fotos de Jair Bolsonaro en la playa, parece haber una necesidad constante de proyectar una imagen de fuerza física.
Sin embargo, este enfoque reduce el bienestar a meros atributos superficiales y ignora los aspectos más profundos de la salud mental y emocional. Es una visión miope y peligrosa que refuerza los estereotipos dañinos y las nociones anticuadas de masculinidad.
En última instancia, esta obsesión con el fitness y el “biohacking” es un síntoma de una ideología más grande que valora la fuerza bruta sobre la compasión, la empatía y el crecimiento interior. Es hora de desafiar estas nociones tóxicas y promover una visión más holística del bienestar humano.